LAS CAMPANAS DE VILLAFÁFILA |
|
|
|
||
Las campanas en los pueblos han sido fundamentales en la vida de sus habitantes pues han regido los tiempos y señalado los acontecimientos cotidianos y los extraordinarios, tanto civiles como religiosos a lo largo de los siglos pasados. Han sido determinantes en la construcción de los templos cristianos y ayuntamientos con la erección de altas torres y espadañas para que los sones de las campanas pudieran llegar a todos los vecinos y parroquianos.
Hoy vamos a tratar algunas noticias históricas de campanas en Villafáfila que nos permiten vislumbrar esa importancia de sus tañidos. Esta villa zamorana de la Tierra de Campos contaba a finales del siglo XV con siete iglesias parroquiales y tres ermitas urbanas, con lo que el número de campanas no bajaría de veinte. Así se deduce de los libros de fábrica conservados de algunas parroquias, actualmente en el Archivo Diocesano de Zamora. Iglesia San Andrés: El de San Andrés es el más antiguo y ya en 1557 el obispo cuando visita la parroquia deja mandado que se quiten las campanas para hacer la torre que se empezó dos años más tarde cuando se inventarían : “dos campanas en la torre y una pequeña para el sacramento”, 1561 se están realizando obras de reparación en la torre[1], 1569 se habían vuelto a ser colocadas las campanas. 1642 se suprime la parroquia como anejo de San Pedro, en el decreto de la visita pastoral: “...ordena que las campanas se trasladen a San Pedro. Los Cofrades de la Vera Cruz, le piden que les permita tener los cabildos de la cofradía en San Andrés, que no traslade la campana grande...” a lo que accede el Obispo[2]. 1784 con la iglesia en ruinas da licencia para tirar la torre y vender la campana[3]. Iglesia San Martín 1569 en el inventario de la parroquia de San Martín figuran dos campanas en la torre y otra del reloj[4] seguramente era el esquilón.
1628 deja anotado el obispo: “que en la iglesia parroquial de Santa Marta que oy es rural y está en el campo fuera de la villa ay una campana y por el peligro que tiene la torre mando, que se deposite en San Martín”. 1688 el 3 mayo un esquilón que pesaba 54 libras se vendió para la iglesia de Bamba de la orden de San Juan[5], tantas campanas parece que no eran necesarias En 1714 se inventarían en San Martín cuatro campanas, de las cuales: “una sirve de reloj”[6]. 1915 se quitan las campanas de Santa María poniendo las de San Pedro, y una de que quitan se pone en San Martín. Iglesia El Salvador. En San Salvador en 1584 había tres campanas en la torre, una pequeña y dos grandes. A principios del siglo XX, con el desmantelamiento de la iglesia, una se vendió a la parroquia de Colinas, otra para Ferreras de Abajo y otra se puso en la torre de San Martín[7]. 1896 se suprimirse como parroquia, en 1903 fue demolida, y sus objetos vendidos como las campanas, el dinero que se saco se invirtió en la ampliación de Santa Maria del Moral[8]. Iglesia de San Juan En la torre había dos campanas y un esquilón[9]. La iglesia de San Juan contaba con varias campanas, sabemos que dos de ellas se desplomaron en 1732 sobre el tejado del hospital de San Juan, según figura en el libro de Fábrica de S. Martín en 1732: “30 reales para la reparación del hospital de San Juan por haberse hundido allí dos campanas de la dicha iglesia”[10]. Se repusieron en la torre aunque la parroquia fue suprimida a finales de ese siglo, pues en 1795 el administrador de la Real Fábrica de Salitres que se construye en la villa dice que: “había mandado el Sr Obispo de Astorga derribar una yglesia [la de San Juan], cuya torre y paredes son de piedra buena, y me han asegurado que venderían muy barato...”, por lo que solicita su compra para el ensanche de las fábricas. Y propone una nueva utilidad para las campanas, fundirlas para hacer unas calderas de metal: “se podrian comprar las tres campanas si se quieren hacer calderas vaciadas”. La respuesta del obispo a la propuesta de compra es que tiene que pensarlo mejor porque ha sido lugar sagrado y cementerio de difuntos, antes de decidir el destino que se le ha de dar. Iglesia San Pedro 1707 en San Pedro en la torre había en cuatro campanas[11], una de ellas llamada esquilón. Pero en los inventarios posteriores solo se mencionan dos campanas y un esquilón[12]. 1915 se quitan las campanas de Santa María poniendo las de San Pedro, y una de que quitan se pone en San Martín. Iglesia Santa María 1638 la torre de ladrillo llevaba dos campanas y dos esquilones. 1815 con dos campanas y un esquilón. 1899 se consignan gastos para las obras de la torre que fue cuartada por un rayo: “que cuarteró un rayo”[13]. Siendo reconstruida en forma de espadaña, como actualmente se puede observar, con dos campanas y un esquilón.
En 1910 se termina la torrezuela de la espadaña sur, tras la ampliación de la iglesia. y se pondría el esquilón. 1915 Se quitaron las campanas y una de ellas se puso en San Martín, poniéndose en Santa María las dos de San Pedro. Actualmente en la única iglesia que permanece, la de Santa María, en la espadaña norte cuenta con dos campanas grandes colocadas en un mismo nivel para repicar y encordar ambas simultáneamente, y otra por encima, de tamaño mediano, el esquilón del Santísimo que se toca los terceros domingos de cada mes; en la espadaña sur está colocada una campana pequeña, la esquila, para tañerla tres veces antes de cada misa.
USO DE LAS CAMPANAS VIDA RELIGIOSA Las campanas regían toda la jornada cotidianamente: desde muy temprano se tocaba a misa en las diferentes parroquias. A mediodía sonaban para señalar la hora del Ángelus: “... todos los día recen al toque del ave maría...”. Por las tardes se tocaba al rosario, y en muchas festividades a vísperas y vigilias. Desde al menos 1576: “todos los sábados a la puesta del sol se diga la salve cantada y se toquen las campanas”, según deja mandado el obispo en la parroquia de San Martín.
Los toques de las campanas no solo señalaban las rutinas diarias, sino que los principales acontecimientos de la vida de las personas estaban marcados por sus sones, tanto en los bautizos como en las bodas, los repiques de las campanas de la parroquia daban noticia del evento. Y se “encordaba” para anunciar que cuando feligrés fallecía y le acompañaban hasta el cementerio. Y en los incendios todas las campanas tocaban a rebato para alertar a los vecinos.
Los entierros eran especialmente solemnes para los miembros de las múltiples cofradías de la villa, de las que tenemos alguna noticia. En la antigua regla de la cofradía o cabildo de San Gervás, que agrupaba a los clérigos de la villa desde la Edad Media y a los principales seglares se dice: "Yten que los clérigos confrades manden encordar cada uno en su yglesia por el tal confrade o confrada defunto al encomendar y a la vigilia e al sacar de casa e al enterramiento, y el que no encordare peche media libra de çera por cada ofiçio que herrare” En la nueva regla de 1586 establecen una función de ánimas por los cofrades difuntos de dos días de duración para la que: “se doble ambos días en todas las iglesias a un tiempo y, si al cabildo le pareciese, toda la noche en la iglesia donde se hiciere la función”. Curiosamente se cambia la denominación antigua de encordar que sigue persistiendo actualmente, con la moderna de doblar. El aviso para la asistencia a los entierros de los cofrades del Santísimo, consistía en nueve campanadas con la campana pequeña de la torre de Santa María, que todavía se conserva como campana del Santísimo, por parte del mayordomo según la regla y estatutos redactados en julio de 1677. Y la cofradía de las Ánimas, además de usar las campanas de la parroquia de San Juan, tenían una campanilla propia que sonaba por toda la villa cuando fallecía un cofrade, debiendo rezar todos los miembros del Cabildo Eclesiástico de la villa: “al oir la campanilla de las ánimas”. Además llamaban a los cabildos o juntas de las cofradías. Cuando el obispo de Astorga en su visita pastoral de 1642 decide suprimir la parroquia de San Andrés para anejarla a la de San Pedro por falta de feligreses, los cofrades de la Vera Cruz se presentan ante su ilustrísima: “y dijeron que pedían merced para hacer en San Andrés los cabildos de la cofradía y que la campana grande quede en la iglesia”, a lo que accede el obispo. Además de las devociones religiosas, las campanas se tocaban con ocasión de ciertos ritos ancestrales a medio camino entre la religiosidad y la superstición, como en los días de tormenta para espantar los nublados con un toque especial de: Tente Nublado, que vienes cargado. Detente, detente, que matas a la gente. Y no sólo cuando las que las tormentas amenazaban con descargar el pedrisco, sino también para prevenir las mismas. En Villafáfila, como en otros pueblos del antiguo reino de León, se celebraba con mucha solemnidad la festividad de Santa Brígida el primero de febrero, con función religiosa y colación a cargo del concejo, y uno de sus ritos era el toque de las campanas durante toda la noche para deshacer los nuberos que se suponía que esa noche fabricaban los demonios, y así espantar las granizadas de todo el año. En 1576 en las cuentas del concejo se anota: “un real que pagué al muchacho de Diego Toranzo porque tañó las campanas la noche de la señora Santa Brígida” además de los gastos de la colación[14]. Para ampliación de este culto ancestral: http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?ID=2227 VIDA CIVIL Además de su faceta religiosa y credencial, las campanas jugaban un importante papel en la vida civil: Los vecinos se juntaban en los concejos ordinarios para tratar las cosas importantes de la villa desde la Edad Media llamados por la campana, y son numerosos los testimonios, en los concejos extraordinarios, por ejemplo en 1468 reciben al enviado por el nuevo maestre de la Orden de Santiago: “ayuntados en su conçejo a campana tañida en la plaza de Sant Martín de la dicha villa”[15], pues al carecer entonces de casa de concejo se reunían en los portales de las iglesias o en las plazas. Todos los años por San Juan de junio se elegían los nuevos alcaldes y regidores: “por sus suertes que hecharon dobladas en un sombrero e aviéndolas meneado y llamado la gente y vecinos de dicha villa por son de campana tañida para que delante dellos se hechasen las dichas suertes en la audiencia pública”[16]. Cuando los alcaldes tenían que celebrar audiencias en los pleitos y juicios entre los vecinos: “los alcaldes ordinarios han estado en costumbre de hacer audiencias lunes, miércoles y viernes en lo que toca a acusar ante ellos rebeldías de emplazados y al tiempo de la dicha audiencia se tocaba la campana para los dichos plazos para que los emplazados pareciesen”, como recuerdan los testigos en 1576[17]. En la primera casa de ayuntamiento que se construyó en el siglo XVI no se puso campana, por lo que siguió siendo utilizada por el concejo la campana del reloj colocada en la torre de la iglesia de San Martín, que era propiedad del ayuntamiento, pues todos los vecinos tanto pecheros como hidalgos habían participado en su coste como recuerda uno de éstos, Gutierre de Ballesteros, refiriéndose a finales del siglo XV: “e avya pagado en cosas en q avyan pagado los omes fijodalgo e este testigo como fijodalgo q heran para faser una puente e una canpana”[18]. 1677 el ayuntamiento compró un reloj nuevo en Valladolid, para sustituir al viejo colocado en la torre de San Martín, se compuso el tejado de la torre y se cerró la ventana que daba a la plaza. Se hizo una escritura pública ante el escribano Vitacarros de concordia entre el concejo y la iglesia sobre la entrada para componer el reloj[19]. El ayuntamiento tenía a una persona encargada del mantenimiento del reloj y tocar las campanas, así por acuerdo del regimiento en 3 de julio de 1677: “se nombra para que toque las campanas a buen tiempo, de día y de noche como se acostumbra a Pedro Vidal desde este día hasta fin de septiembre le señalan de salario por dicho tiempo 14 cuartales de trigo” (poco más de cien Kg.). Y en las cuentas conservadas de los años siguientes figura una partida para pagar al relojero-campanero, tanto de trigo como un pequeño complemento dinerario entre los 10 y los 27 reales porque se trataba de un empleo a tiempo parcial. 1715 a partir de este momento el portero del ayuntamiento ejerce a la vez de relojero y campanero y se le fija un salario mayor, pues en 1738 se le pagan 200 reales y en 1743 12 fanegas de trigo 8520 kg. y 30 reales. Cuando a finales del siglo XVIII se construye una nueva casa de ayuntamiento, se remata con una espadaña, en la que se coloca la campana del reloj para marcar las horas y para hacer los llamamientos, trasladando la de San Martín.
Autor -Texto:
Elías Rodríguez Rodríguez: historiasdevillafafila.blogspot.com.es http://historiasdevillafafila.blogspot.com.es/2017/10/apunte-sobre-las-campanas-de-villafafila.html. www.villafafila.net https://villafafila.net/campanas/campanas.htm
Bibliografía-Texto:
Manuel de la Granja Alonso y Camilo Pérez Bragado: Villafáfila: Historia y actualidad de una villa castellano-leonesa y sus iglesias parroquiales. Zamora. 1996. Pág.413, 414, 415, 418, 421, 426, 428, 435, 437, 450, 463.
Lib. Fáb. San Andrés, 1559-11630, pág.7. Lib. Fáb. San Pedro, 1605-1714, pág.108 vta. Lib. Fáb. San Pedro, 1714-1807, pág. 224 y 304 vta. Lib. Fáb. San Martín, 1566-1647, pág. 8 vta. Lib. Fáb. San Martín, 1673-1744, pág. 37 vta., 38, 99 y 190 Lib. Fáb. Santa María del Moral, 1897-1968, pág. 8, 19 vta.
A.R.Ch.V. Taboada o. Pleito 267-1 A.H.N. NOBLEZA. Frías Leg. 664, doc. 69. A.R.Ch.V. Fernando Alonso f. C. 947-3. A.R.Ch.V. Lapuerta f. C. 2874-4. A.R.Ch.V. Registros de Ejecutorias. C.195-29.
Fotografía: Elías Rodríguez Rodríguez Manuel de la Granja Alonso. José Luis Domínguez Martínez.
Transcripción y montaje: José Luis Domínguez Martínez.
Todo texto, fotografías, transcripción y montaje, los derechos son pertenecientes a sus autores, queda prohibida sin autorización cualquier tipo de utilización.
Todo texto y fotografía ha sido autorizado al almacenamiento, tratamiento, trabajo, transcripción y montaje a José Luis Domínguez Martínez, su difusión en villafafila.net, y cualquier medio que precie el autorizado. [1] Lib. Fáb. San André, 1559-11630, pág.7. [2] Lib. Fáb. San Pedro, 1605-1714, pág.108 vta. [3] Lib. Fáb. San Pedro, 1714-1807, pág. 224. [4] Lib. Fáb. San Martín, 1566-1647, pág. 8 vta. [5] Lib. Fáb. San Martín, 1673-1744, pág. 38. [6] Lib. Fáb. San Martín, 1673-1744, pág. 99. [7] Lib. Fáb. Santa María del Moral, 1897-1968, pág. 19 vta. Manuel de la Granja Alonso y Camilo Pérez Bragado: Villafáfila: Historia y actualidad de una villa castellano-leonesa y sus iglesias parroquiales. Zamora. 1996. Pág. 421. [8] Manuel de la Granja Alonso y Camilo Pérez Bragado: Villafáfila: Historia y actualidad de una villa castellano-leonesa y sus iglesias parroquiales. Zamora. 1996. Pág. 426. [9] Ibidem.Pág. 415. [10] Ibídem Pág. 418. Lib. Fáb. San Martín, 1673-1744, pág. 190. [11] Lib. Fáb. San Pedro, 1704-1807, pág. 304 vta. [12] Manuel de la Granja Alonso y Camilo Pérez Bragado: Villafáfila: Historia y actualidad de una villa castellano-leonesa y sus iglesias parroquiales. Zamora. 1996. Pág. 428 [13] Lib. Fáb. Santa María del Moral, 1897-1968, pág. 8. [14] A.R.Ch.V. Taboada o. Pleito 267-1 [15] A.H.N. NOBLEZA. Frías Leg. 664, doc. 69. [16] A.R.Ch.V. Fernando Alonso f. C. 947-3. [17] A.R.Ch.V. Lapuerta f. C. 2874-4. [18] A.R.Ch.V. Registros de Ejecutorias. C.195-29. [19] Lib. Fáb. San Martín, 1673-1744, pág. 37 vta. |